Ucranianos que regresan

Fuera de la estación hay un ir y venir de camiones con ayuda humanitaria, y también de buses con refugiados. Para dejar a los ucranianos que escapan del horror de la guerra, la Fundación Caritativa Kolo, que organiza el traslado desde Truskavets y Leópolis a la frontera polaca, opta por zonas más alejadas, como el área de descanso de Lukawiec, a unos veinte minutos del centro de Rzeszów. En el área de servicio más próxima a ese lugar se juntan militares polacos de una base cercana con voluntarios y ciudadanos que regresan al país en guerra. «Mi marido y yo llevamos muchos años viviendo en Polonia. Aquí tenemos una vida feliz, pero tras empezar la guerra él se volvió a Ucrania para luchar», indica Oksana, que se dirige a Leópolis. «He decidido volver para ayudar», señala la mujer, que reparte abrazos entre el grupo del Banco Alimentos Rías Altas de A Coruña (Balrial). «En la frontera hay colas para salir, y que venga gente de tan lejos a recoger ucranianos es algo que no podemos parar de agradecer».
Entre los muchos refugiados que llegaron ayer a Polonia están los 19 que ahora viajan con Balrial a Galicia. La lista inicial, facilitada la jornada anterior por la oenegé ucraniana, incluía a tres más, «pero finalmente decidieron no subir al autobús», explica el conductor. Una situación que es habitual y por la que desde la entidad rehúsan facilitar la lista de los que viajan hasta la jornada anterior. «Toda mi familia está en Kiev. No se quieren ir, pero yo he decidido irme a Cracovia y desde ahí a Berlín, donde tengo amigos», señala Marina, que pidió a la entidad coruñesa que la acercase hasta la urbe. Casualmente, el grupo ya se dirigía hacia allí para recoger a otra mujer y su hijo, además de a otras cuatro personas en otro punto. Porque en la frontera polaca las peticiones de socorro no cesan y la imposibilidad de no poder ayudar a todos se traducen en lágrimas de impotencia.
Fuente: La Voz de Galicia
Caterina Devesa

SoftwareONG.es